Mate Cocido

2002. Grupo Editor Latinoamericano. Colección Nuevo Hacer
Imagen

La canción resuena siempre El destino común es aquello que vuelve, a veces es la fe quien va adelante o es filo de la razón que hiere pero otorga un soberbio estado de claridad que aquieta, controla horror y sueño mas su destino es caer tocada por su propio filo y el desorden que nunca es presa, es trampa el orden, su ingenua intención de encerrar en un vaso el océano Si se dieran lugar cediendo como la voz a la lengua y ésta al misterio aunque alce ladrillitos, casa o nido de intimidad donde se entienden, uno a otro así debidos lo pequeño y lo infinito La balanza siempre está a la vista, allí, en la risa de un niño o en el llanto o trino de lo que muere y nace y sobre todo ¡buen día! aquí, en la mano tendida. Intentamos con la ley poner coto, afán desmesurado de ser donde perdemos nuestro ser por jerarquía Está bien, si imantada por la fe nos uniera la vara de esta ley que separa y ordena, sostenidos por otro nos ponemos de pie, no es la propia boca aquello que queremos, sino la intuición de que lo propio vuelve sólo desde lo ajeno La mañana de invierno acuna, la palabra saciada en el silencio habla, pero no si antes no pasa por el trueque: ¡lindo el día!, ¿un mate?, hasta la vuelta, siempre --------------------------------------------------------------------------------------- Love story Estábamos tomando mate en su rancho bajo un mediodía de oro en las riberas, San Pedro era y ella doña Aurorita López Iban y venían tramos de vida con el amargo Los vecinos, la miseria, el que está en el río come, dijo, Dios y Evita y qué ojos tiene m’ hijita hasta que el relato ancló en su hombre, escuchando manso mientras hacía el estofado Supe ser buenamoza dijo y aquí amarró su barco un hijo del gringo Ford. Me propuso matrimonio Consulté a mi padre y él que sabía yo esperaba al que hoy es mi marido sirviendo de soldado allá en el sur, me miró de frente y dijo: “Sepa usted y para siempre, el corazón es una achura que no se vende” --------------------------------------------------------------------------------------- Velorio del angelito —Son exóticos, nadie sabe sobre ellos, en la facultad de veterinaria, quizás... ¿Exótico, un zorzalito? dije acariciando al pichón que temblaba en mi mano. —Sí, va a morírsele, seguro... o tal vez... mire, a veces se recuperan solos. Déjelo nomás, ahí, en su jaulita Le dimos agua en el pico, temblor pequeño asustado ¿qué te hice? Mejor no tocar me dije cuando te vi, cojo y graznando por el jardín, tu madre en lo alto alerta y llamándote. Esperé hasta que el no tocar se hizo débil, y maternal, o por control humano sometí al pichón a un horror más cruel que la muerte: apresarlo No dejé que muriera en tierra a la sombra de esas hojas y esas ramas con la voz de su madre acunándolo mientras partía al otro lado El bien humano. Albedrío que se abre bajo ley tan áspera Ni aun la compasión asegura una acción correcta. Criatura nuestra ni volaba siquiera, piquito encintado de piel amarilla, dulce temblor que no ha vivido todavía, ¿cómo, desde tus ojos, Dios se mira? ¿También necesita conocer la intemperie y la desdicha? ¿Carga así su cruz y vos, zorzalito, nos das la salvación eterna? No hay respuestas. Si la muerte fuera quien no desea individuos, en su marea va tu silueta brillante, yo la recuerdo, que no fui Pilatos ni Pedro, pero queriendo darte agua puse vinagre en tu pecho En la noria del karma espero ser perdonada, y que vueles alto en los picos de las ramas vibrando junto al sol, zorzal, felicidad y dolor tan puros como vino y pan te recuerdan hasta mi propia retirada

Volver arriba